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“Con 160 impuestos y sin previsibilidad, no habrá inversión industrial ni empleo"

 El presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, dijo que hoy aumentan las horas extras pero no los puestos de trabajo porque las empresas no tienen las mínimas certezas para incorporar nuevo personal.  
Jueves, 02 de septiembre de 2021 02:19

El presidente de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja, utiliza un lenguaje parsimonioso, más propio de un diplomático que de un dirigente empresario, sobre todo en momentos en que la crisis macroeconómica proyecta sombras muy preocupantes sobre el futuro. 
A pesar de eso, sus opiniones describen una realidad que habla por si sola de una economía no competitiva, de las trabas para generar empleo, la inconsistencia de leyes que crean prohibiciones e imposiciones y un escenario global de incertidumbre.
Funes de Rioja participó de una entrevista multiplataforma del ciclo Hablemos de lo que viene, en la Semana de la Industria, organizado por El Tribuno. 
Entrevistado por el periodista Darío Pérez, se mostró reacio a “realizar vaticinios” acerca de lo que ocurrirá en el país después de las elecciones y sostuvo que “no es cuestión de ponerse en la vereda de enfrente y tirar cascotazos”.
“Nosotros planteamos nuestra visión y el Gobierno tomará las medidas que correspondan”, dijo al referirse a la relación con las autoridades. No quedó en claro si se sienten escuchados. 
Desde el comienzo hasta el final de la entrevista, planteó la necesidad de empezar a pensar la pospandemia. El objetivo, dijo, debe ser “un proyecto industrial, propio de un país desarrollado, que contenga a todas las empresas, grandes medianas y pequeñas”. Y para alcanzarlo hace falta transitar un “sendero común”. 

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El presidente de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja, utiliza un lenguaje parsimonioso, más propio de un diplomático que de un dirigente empresario, sobre todo en momentos en que la crisis macroeconómica proyecta sombras muy preocupantes sobre el futuro. 
A pesar de eso, sus opiniones describen una realidad que habla por si sola de una economía no competitiva, de las trabas para generar empleo, la inconsistencia de leyes que crean prohibiciones e imposiciones y un escenario global de incertidumbre.
Funes de Rioja participó de una entrevista multiplataforma del ciclo Hablemos de lo que viene, en la Semana de la Industria, organizado por El Tribuno. 
Entrevistado por el periodista Darío Pérez, se mostró reacio a “realizar vaticinios” acerca de lo que ocurrirá en el país después de las elecciones y sostuvo que “no es cuestión de ponerse en la vereda de enfrente y tirar cascotazos”.
“Nosotros planteamos nuestra visión y el Gobierno tomará las medidas que correspondan”, dijo al referirse a la relación con las autoridades. No quedó en claro si se sienten escuchados. 
Desde el comienzo hasta el final de la entrevista, planteó la necesidad de empezar a pensar la pospandemia. El objetivo, dijo, debe ser “un proyecto industrial, propio de un país desarrollado, que contenga a todas las empresas, grandes medianas y pequeñas”. Y para alcanzarlo hace falta transitar un “sendero común”. 


Pero el punto de partida que describe Funes de Rioja anticipa que el camino a recorrer será muy arduo, e inaccesible sin un acuerdo global que garantice políticas estables de largo plazo. “Políticas racionales, fundadas en posibilidades reales y que incentiven la creación de empresas y empleo”, dijo. “Necesitamos una economía competitiva”.
“Con 160 impuestos (nacionales, provinciales y municipales) las industrias soportan una Babel tributaria ante la cual las pymes no pueden sostenerse”, señaló. La carga impositiva tiene como consecuencia directa sobre la actividad formal y el empleo registrado y hacen florecer la informalidad. “Hoy se está recuperando el trabajo, después de la pandemia, pero aumentan más las horas extras que los puestos de empleo. Las empresas no se animan a contratar nuevo personal por el elevado costo laboral, por la prohibición de despedir y suspender y por la doble indemnización. Es un riesgo demasiado elevado. Fueron medidas comprensible (aunque no estábamos de acuerdo) hace un año y es un factor destructivo ahora”.
“Para el crecimiento industrial hace falta crecer, y esto no va a ocurrir sin competitividad: hace falta una reforma fiscal, laboral y de las reglas del comercio exterior”, dijo Funes de Rioja. “Las empresas necesitan equiparse con tecnología de punta y capacitar al personal en el manejo de la tecnología”.
Al referirse al proyecto de salario básico universal. Funes de Rioja cuestionó los “proyectos que se enuncian y leyes que se sancionan aplicando criterios propios de un país desarrollado, para aplicar en el nuestro, con enormes índices de informalidad y exclusión, y cuya prioridad es crecer, crear empresas y ofrecer empleo”.
Sin hacer pronósticos sobre lo que puede pasar después de las elecciones de noviembre, advirtió que el dólar debe ser competitivo, es decir “que no quiebre el esquema de costos; se necesita una política cambiaria pensada con criterios productivos”. Y sobre la inflación respondió: “El desarrollo industrial, la inversión tecnológica, el incremento de las exportaciones y la generación de empleo requieren una macroeconomía previsible, y la inflación destruye la previsibilidad y solo sirve a la especulación”. 
“La pospandemia nos está exigiendo crear un sendero común hacia la industrialización, que para nosotros es sinónimo de desarrollo”.

Federalismo industrial

Daniel Funes de Rioja volvió a destacar el proyecto de la UIA para generar un impulso movilizador desde el interior hacia la región central, una suerte de “federalismo industrial”. Es claro que los grandes cordones industriales se encuentran en las “megaurbes” del centro del país, donde también están los grandes mercados y los grandes electorados. El norte del país y la Patagonia necesitan emprender aquel camino y la iniciativa de la UIA coincide con los grandes proyectos de integración regional, especialmente el Norte Grande. La federalización real del país va a depender, sobre todo, de empresas, gremios y gobiernos provinciales. Pero sin resolver la crisis macroeconómica, la reactivación será muy lenta y la expansión un objetiv
 

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